Marcando la verticalidad de los pinos de su entorno

La vivienda se sitúa en una colina con vistas privilegiadas a la Sierra de Gredos, rodeada por un denso pinar que marca la identidad del lugar. El diseño de la vivienda se centró en dos aspectos, por un lado, queriendo ofrecer vistas a la Sierra desde todas las estancias vivideras, lo que llevó a plantear una volumetría en “L”; por otro, capturar la verticalidad que ofrecen los pinos del entorno, utilizando ventanas alargadas y estrechas, de manera que la imagen exterior quede encuadrada en el interior.

La vivienda se distribuye en dos plantas. El acceso principal conduce a un recibidor, que distribuye a las estancias de planta baja. En ésta, encontramos el salón – comedor de gran amplitud, con salida directa al porche y vinculado visualmente a la cocina. Ambos espacios están conectados a partir de una cristalera que permite una vinculación, manteniendo su independencia.

En la misma planta encontramos el dormitorio principal, diseñado en particular para aislarse acústicamente del resto de estancias, localizándolo en el extremo Norte de la vivienda, y sin coincidencia con dormitorios de la planta superior. La habitación se complementa con un armario empotrado, y baño privado en suit.

La planta primera alberga dos dormitorios adicionales, ambos complementados con armarios empotrados y uno de ellos asociado a una preciosa terraza con vistas a la Sierra de Gredos. Además, encontramos un cuarto de baño completo que da servicio a ambos dormitorios.

El espacio exterior es el gran protagonista de la vivienda. Sin embargo, las extremas temperaturas hacen que no siempre puedan utilizarse. Para generar un diálogo entre interior y exterior, se realizó el diseño de dos porches, uno de verano y otro de invierno.

El porche de verano, de orientación NorOeste, tiene acceso directo desde el salón, manteniendo cercanía a su vez con la cocina (lo cual nos parece fundamental para viviendas de campo). Se abre en dos frentes para disfrutar de la ventilación natural, pero se cubre totalmente para proteger del intenso calor estival. Su generosa superficie permite crear dos ambientes diferentes, una más relajada con sofás de exterior y otra de encuentro con una mesa para seis comensales.

Por otro lado, el porche de invierno, de orientación SurEste, se concibe como un espacio cerrado y acristalado, capaz de calentarse de forma pasiva gracias a la radiación solar. Protegido del fío, es un lugar perfecto para desayunar y disfrutar las mañanas luminosas de invierno. Conecta directamente con la cocina y funciona también como acceso secundario, vinculado a la zona de aparcamiento.