No es un mito, en las reformas siempre aparecen sorpresas
Es posible que hayas visto los típicos programas de reformas estadounidenses donde le dan un lavado de cara tremendo a la vivienda. En la mayoría de casas suelen aparecer cositas: tuberías fósiles, instalaciones eléctricas que parecen sacadas del siglo pasado, muros que “no estaban en los planos” y un largo etcétera digno de un capítulo especial.
Los “órganos” que hacen que la vivienda se sustente y funcione de manera adecuada, quedan ocultos bajo los acabados, esas “pieles” que esconden todo lo que ocurre el interior. No es hasta que quedan descubiertos cuando se conoce el verdadero estado de las instalaciones, estructura o envolvente de la vivienda.
¿Cómo puedes prepararte para ello? Sé que es fácil decirlo, pero difícil de ejecutar, pero la clave reside en salvar fondos para posibles incidencias. Guarda un 10% del presupuesto que tienes en mente gastarte, para solventar estos problemas.
Cuesta hacerlo, ya que tienes la oportunidad de hacer esa reforma que tanto esperabas y si tienes X€, tu primera reacción es gastarte X€ + la propina para que todo quede a tu gusto. Pero la realidad es que pueden surgir trabajos complementarios y ese colchón te salvará cuando aparezca el clásico “ya que estamos…”, o la pequeña avería que llevaba diez años esperando a estropearse justo el día que empieza tu reforma.
En el peor de los casos, tendrás un fondo preparado para cubrir esas contingencias sin sobresaltos (y sin sacrificar tu paz mental).
En el mejor de los casos, te queda un dinero reservado para seguir invirtiendo en tu vivienda o, quién sabe, quizá es la señal definitiva para darte un buen capricho. O incluso para hacer ese viaje que llevas tanto tiempo posponiendo.
Sea como sea, ganarás tú. Porque en las reformas, estar preparado siempre sale más barato que improvisar.